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Mostrando entradas de junio 13, 2009

Tras la sonrisa (II)

El gentío se agolpaba junto al edificio acristalado, mirando hacia lo alto, como tratando de adivinar en las entrañas de qué barco se iban a aventurar a realizar su sueño, que los más pesimistas sospechaban que sería una pesadilla. De todo aquello iba surgiendo una gran manada desorientada, que más allá se iba peinando en ordenadas filas, a medida que las preguntas encontraban las respuestas correctas, enfilándose hacia los mostradores del fondo, donde iban desapareciendo las mascotas como por arte de magia. Llegados a ese punto, los cruceristas se relajaban y con risas nerviosas comentaban lo grande que era el barco, hasta que le indicaban que el verdadero quedaba tras el edificio, por donde apenas se asomaba una tímida chimenea. Las quejas se multiplicaban, sintiéndose éstos engañados y defraudados. Pronto el desánimo se olvidaba cuando los viajeros mas expertos explicaban las ventajas de un barco mas pequeño: Desde luego resultaría más familiar y convivirían menos idiomas entre la

Andamana, la reina mala (III)

-Es cierto, no son buenas noticias –afirmó ahora con mayor dignidad y formalidad– Los maestros se han vuelto a levantar en cuatro faycanatos y diez bandos. -¡Maldita maná de cabras! –Exclamó Andamana- ¿Y qué quieren ahora? –volvió a preguntar. -Quieren… quieren los mismos derechos que los sigoñes –respondió el secretario, ahora expectante -¡Jajajajaa..! -rompió a reir como una loca, mientras se inclinaba para apoyarse en la mesa con sus manos -¿Pero quienes se han creido que son esos inútiles? –preguntó, apretando los dientes y arrugando los ojos de su inexpresiva cara –los achimenceyes y sigoñes no podemos trabajar está mal visto. ¿Es que pretenden ir contra nuestras costumbres y normas sagradas?! -Han exigido poder dejarse el pelo largo –aclaró el secretario mientras Andamana seguía maldiciendo –¡De eso nada!¡Son achicaxnas! ¡Ya les he ofrecido dejarse un dedo más por cada seis años de trabajo! El secretario, inmóvil, miraba de reojo a la guayresa, que se paseaba alocadamente a lo la